La osteointegración de los implantes puede verse favorecida o empeorada en función del tipo de superficie del implante. El objetivo final de una superficie de implantes es conseguir una cicatrización más rápida y una mejor calidad de anclaje del implante al hueso. De este modo se aumenta la seguridad durante la fase de la cicatrización y facilita una conexión estructural y funcional superior entre el hueso vital y el implante.
Existen diferentes tratamientos de superficie aplicados a los implantes dentales destinados a aumentar la rugosidad superficial del implante. Aunque la estructura del implante sea de titanio o alguna aleación con este metal, los implantes dentales pueden estar recubiertos de materiales metálicos, cerámicos, poliméricos y otros tipos de recubrimientos.
Las superficies rugosas en implantes presentan una serie de ventajas frente a las superficies lisas. Mejoran la interacción con el hueso e incrementan el contacto entre el hueso y el implante (BIC) mejorando sus características mecánicas. Así se consigue disminuir el tiempo de osteointegración y obtener una mayor formación de hueso alrededor del implante. También permiten realizar tratamientos de carga inmediata. Por otro lado, si la superficie del implante queda expuesta al medio oral, la adhesión de la placa bacteriana en superficies rugosas será mayor que en superficies lisas pudiendo provocar enfermedades periimplantarias o periimplantitis (infección con pérdida de hueso alrededor del implante), afectando hoy a un 20% de los pacientes.
Uno de los tratamientos de superficie que se pueden realizar en implantes es la anodización. Consiste en la transmisión de una corriente eléctrica a través del implante para conseguir aumentar el grosor de la capa de óxido en la superficie del implante. De este modo se consigue una mayor resistencia a la corrosión del implante, pero se generan pequeñas hendiduras que hacen que el implante si es contaminado sea muy susceptible a la periimplantitis.
La obtención de rugosidades en la superficie de los implantes se pude realizar mediante diferentes métodos. Clasificamos estos métodos en dos grupos diferentes, los sistemas aditivos y los sistemas substractivos. En los métodos aditivos se añaden partículas de diferentes materiales que quedan pegadas a la superficie del implante. Estos sistemas tienen el inconveniente de que alguna de estas partículas puede desprenderse de la superficie y quedar adherida en el hueso impidiendo así la osteointegración en ese punto. Por otro lado existen los métodos substractivos que consiguen la rugosidad de la superficie mediante la eliminación de capas superficiales de la superficie del implante. Dentro de este grupo encontramos dos sistemas diferentes que pueden combinarse: el grabado con ácido y el arenado.
SLA (Straumann) es la superficie rugosa más estudiada en implantología. Se consigue mediante un proceso de chorreado con arena de grano grueso que generan una macrorrugosidad en la superficie del titanio. También se realiza un grabado ácido que confiere una microrrugosidad añadida a la superficie del implante. La topografía que se obtiene como resultado de estos dos procesos ofrece una estructura ideal para que ocurra la adhesión celular.
La superficie SLA-active reduce el tiempo de cicatrización de 6-8 semanas a solo 3-4 semanas en todas las indicaciones facilitando un tratamiento más seguro y rápido. SLA-active es una superficie con propiedades hidrófilas y químicamente activas. Para que se produzca la cicatrización es necesario la formación de coágulos de sangre sobre la superficie del implante. SLA-active proporciona una superficie más extensa que mejora la adsorción de las proteínas de la sangre y la formación de redes de fibrina. Gracias a estas condiciones, la formación de coágulos de sangre y el inicio de la cicatrización se ven favorecidos.
En comparación a otras superficies hidrófobas, la superficie hidrófila SLA-active favorece el crecimiento de vasos sanguíneos en contacto con el implante. Esta formación de un sistema vascular funcional es esencial para una osteointegración satisfactoria del implante. Además también provoca un mayor grado de mineralización de células óseas y acelera el proceso de maduración del hueso.
Los tiempos de espera entre la colocación del implante y su carga o colocación del diente suelen ser entre 3 y 6 meses. Actualmente, en los casos indicados, se pueden realizar implantes de carga inmediata que consisten en cargar el implante el mismo día de la colocación. También existen los implantes de carga temprana que son aquellos implantes que se cargan antes de los 3 meses. Utilizando la superficie SLA los dientes sobre los implantes pueden ponerse rutinariamente sobre las 6-8 semanas tras la colocación de los implantes.
La demanda por parte de los pacientes de procedimientos más rápidos y satisfactorios ha obligado a la industria implantológica a buscar y conseguir mejoras en este sentido. Por esta razón es tan importante el tratamiento de la superficie de los implantes ya que permite acelerar el proceso de cicatrización y osteointegración del implante permitiendo así reducir el tiempo total de tratamiento y satisfacer las necesidades y requerimientos de los pacientes. A su vez una rugosidad moderada no superior a 1.6 (Ra) no supondrá un riesgo de periimplantitis. ¿Quieres visitarte con nosotros?