Mantener los dientes blancos es una de las obsesiones de muchos de nuestros pacientes. Sin embargo, no es una tarea sencilla porque, aunque sigamos la recomendación de tres cepillados diarios, el tono blanco de nuestros dientes se enfrenta a numerosos enemigos a diario.
No es raro encontrar pacientes que aún teniendo una correcta higiene bucal y que puedan presumir de una buena salud bucodental no lucen unos dientes tan blancos como les gustaría. Esto es porque, con los años, el esmalte se desgasta y deja más a la vista la dentina que poco a poco se va oscureciendo y volviéndose más amarilla. Pero el paso del tiempo no es lo único que influye, de hecho, los dientes amarillos en niños también son algo frecuente. Esto es porque, determinados hábitos alimenticios y el estilo de vida son, además de la genética, algunos de los factores que intervienen en la definición del color de nuestros dientes.
El tabaco, por ejemplo, todos sabemos que es muy nocivo para el organismo en general, pero no somos igual de conscientes de que también es el responsable de las manchas que nos salen o del oscurecimiento de toda la pieza dental. Algo similar ocurre con los fármacos, especialmente aquellos que contienen tetraciclina, ya que esta sustancia se adhiere al diente y altera su color natural.
La alimentación merece una mención aparte. Muchas de las cosas que comemos y bebemos pueden manchar los dientes. La solución más drástica para evitar su efecto sería eliminarlos de la dieta; sin embargo, no es del todo realista.
Sí lo es tomar medidas –más allá del ya mencionado cepillado frecuente– para minimizar sus efectos como puede ser utilizar una pajita para beber siempre que sea posible –sobre todo en el caso de bebidas agresivas o muy azucaradas, esto limitará el contacto con el esmalte de los dientes–, recurrir al hilo dental y al enjuague bucal con más asiduidad, incrementar la ingesta de agua –esto nos permite “limpiar” la boca y neutralizará el PH–, dejarte asesorar por un especialista a la hora de elegir la pasta de dientes más adecuada para ti y, tener controlados todos aquellos alimentos que más pueden alterar el tono de nuestros dientes. Aquí va una lista con los más habituales:
Remolacha
Es fuente de hierro, ácido fólico y mantiene a raya el estreñimiento. Por todo esto, esta verdura debe ser imprescindible en cualquier nevera. Ahora bien, como también tiene una muy alta pigmentación no te olvides de lavarte bien los dientes después de comerla.
Vino Tinto
En el caso del vino tinto, sí podemos prescindir de él o, por lo menos, reducir su ingesta. Así evitaremos que los taninos que contiene decoloren u oscurezcan los dientes.
Café y té
Al igual que el vino, el té también contiene taninos que tintan la dentadura. De todas las variedades, el negro y el rojo son los que aportan un tono amarillento, son los más peligrosos.
En el caso del café, su efecto sobre los dientes es paulatino. Tomar esta bebida de forma sostenida a lo largo del tiempo es lo que hará que nuestros dientes vayan perdiendo color.
Vinagre
No todas las variedades de vinagre pueden producir un descolorimiento de los dientes, de hecho, es algo prácticamente reservado al vinagre balsámico que tanto por sus pigmentos oscuros como por su consistencia pegajosa termina manchándolos seriamente.
Curry
Las especias, por norma general, tienen esta capacidad de teñir momentáneamente los dientes y, si nos olvidamos del cepillado posterior a la ingesta de comida, su efecto colorante persiste. En el caso del curry, se trata de un efecto todavía más acentuado y deja los dientes amarillos o naranjas.
Frutos rojos
Arándanos, granadas, moras, cerezas… y cualquier otra fruta que contenga pigmentos oscuros son responsables de dejar residuos en nuestros dientes que, después, cambian el color de nuestros dientes. Al igual que ocurre con la remolacha, no debemos dejar de tomarlos, pero eso sí siendo conscientes de que al terminar necesitaremos una limpieza bucal profunda que erradique cualquier rastro de esta fruta en nuestra boca.
Salsa de soja
Podríamos definirla como la gran enemiga de los dientes en general y de los dientes blancos en particular. ¿Por qué lo decimos? Porque es rica en azúcares y almidón, dos sustancias que comprometen seriamente la salud bucodental. Además, aumentan la porosidad del esmalte y absorben los colorantes de otros alimentos.
Refrescos
Los refrescos en general no deberían formar parte de nuestra dieta básica, ya que son perjudiciales para nuestra salud. Los carbonatados, además, dañan fácilmente el esmalte de los dientes y lo debilitan hasta tal punto que es frecuente que provoquen la aparición de caries –sobre todo en aquellas piezas dentales más difíciles de limpiar con el cepillado tradicional–.